Entre las montañas de Sopó se levanta una finca moderna, rodeada de verde y con un terreno muy amplio. Aquí, una familia de cuatro encontró el escenario perfecto para crecer unida: papá, mamá, un niño y una niña que llenaron cada rincón con sus juegos, sus voces y su alegría.
Los grandes ventanales dejaron entrar siempre la luz del sol, iluminando mañanas tranquilas y tardes de conversación junto al fuego. En los días fríos, el olor de la leña encendida se mezclaba con el de la tierra mojada, creando ese ambiente único que solo el campo puede regalar.
Esta finca fue testigo de abrazos, de celebraciones familiares, de silencios compartidos mirando el horizonte y de la certeza de que un hogar no se mide en paredes, sino en momentos vividos juntos.
Hoy, este refugio de naturaleza y calor humano espera a una nueva familia que quiera escribir su propia historia aquí: una historia de amor, unión y vida en plenitud, con el campo como eterno cómplice.