Hubo una vez una familia que encontró en Torca mucho más que una casa: encontró su refugio.
Son 4 corazones y un sueño compartido vivir rodeados de verde, con espacio para crecer, reír y descansar. En esta casa de 400m² y su amplia terraza hubo risas, cumpleaños, tardes de vino bajo el cielo. Los hijos crecieron entre carreras por los senderos ecológicos, juegos en los jardines con los conejos y las ardillas, partidos en la cancha de tenis y pijamadas en la casa de muñecas. Cada uno tuvo su propio rincón, las 3 habitaciones, todas con baño, se convirtieron en refugios personales llenos de sueños y música.
El familyroom, como sala de juegos o cine en casa, ahora espera nuevos habitantes que lo llenen de vida.
La cocina cerrada y moderna, fue el escenario de recetas heredadas. Y el comedor, amplio y luminoso, guardó conversaciones de sobremesa que duraban más que la cena.
Está casa espera a una nueva familia escriba sus propios capítulos. Porque hay casas que no solo se habitan se viven